La construcción de nuevas identidades de género.
La ciudad de México pasa de producir a través de la agricultura para pasar por un proceso de urbanización muy importante, por esta razón se intensifica la migración hacia EEUU. La población en este país se triplica entre 1950 y 1990, esto por la disminución de la mortandad y la cantidad de mujeres en edad fértil, pero a partir de los 80 si inicia la regulación de los nacimientos por la políticas de control de la población, hay también una importante introducción de las mujeres a la escolarización y al trabajo remunerado fuera de su hogar.
A las comunidades indígenas se insertaron algunos movimientos religiosos pues y que se dada espacio a ciertos cuestionamientos en cuanto a la autoridad de los caciques, el pluralismo moderno se manifestaba en dos vertientes: un movimiento protestante den ominado por el presbiterianismo que después dio paso a los grupos pentecostales y neo pentecostales, además de la presencia de otros grupos religiosos como los testigos de Jehová y adventistas; y por otro lado una renovación de la actividad misionera de la iglesia católica a partir de un trabajo pastoral, inspirado en la teología de la liberación, desde la diócesis de San Cristóbal.
A partir de una crisis económica el trabajo extradomestico de estas se hizo más necesario esto transformo los roles tradicionales asumidos por las mujeres lo que también afecto otros ámbitos de la reproducción social de las familias.
Este trabajo discute la manera en que el cambio religioso está generando un impacto en la dinámica generadora entre los miembros de los hogares campesinos y en la dinámica generada entre los miembros de la familia, especialmente en las relaciones de género que se negocian a su interior. Hay una restructuración de las relaciones de pareja y la vida familiar, trastocando la situación e identidad de las mujeres.
Se reflexiona sobre la relación entre cambio religioso y la construcción de yo, la interacción de las mujeres con redes diferentes con otros y con el mundo, a lo largo de su ciclo de vida los sujetos sociales ocupan una posición relativa en distintas redes sociales y culturales.
El compromiso religioso asumido por las mujeres indígenas que participan como catequistas en el movimiento de la pastoral de San Cristóbal, las ha llevado a reformular sus identidades genéricas y culturales para convertirlas en actores políticos a través de su participación en la coordinadora Diocesana de mujeres (CDIMUJ).
Para el caso de las mujeres guatemaltecas que se han convertido al protestantismo, en este caso la libertad con la que cuesta la mujer no es total pues esta doctrina favorece el pensamiento de que la mujer debe servir al hombre pero tiene participación el estudio de la biblia y la predicación, lo que la hace ausentarse de su caso. (Esto para mí no es un avance en la participación de las mujeres en la vida social y religiosa de la comunidad a la que pertenece pero si mejora sus condiciones de vida si lo vemos desde la disminución del maltrato físico).
La migración expone a las familias indígenas a males como el alcoholismo la brujería y la enfermedad según la autora. Las enfermedades son aprovechadas por los grupos evangélicos especialmente lo pentecostés quienes toman como estrategia el cuidar a los enfermos para hacerlo adeptos a dicha congregación, a través de la visita hospitalaria, la oración colectiva y la recolecta de dinero para las medicinas. El alcoholismo por su parte lo sufren los hambres y las mujeres pero en niveles diferentes pues las mujeres sufren maltrato físico y la falta de dinero para la alimentación. La religión rechaza categóricamente la efectividad de la brujería y las curaciones tradicionales.
Las mujeres están apropiándose de los espacios abiertos por los grupos religiosos para negociar frente a sus cónyuges e hijos una mejor condición y mayor margen de autonomía, las mujeres que participan en la pastoral de la iglesia católica San Cristóbal, la ideología que les guía enfatiza l dignidad de la mujer y las alienta a participar en la vida política de las comunidades, alejándolas de la conducta tradicional, sometimiento y silencio que de ellas se espera.
Por parte de la mujeres congregadas en la iglesia evangélica es para ellas ventaja poder elegir por ellas mismas a su cónyuge o no casarse si así lo deciden, pues en las comunidades no es bien visto que una mujer se encuentre sola, en cambio pueden tejer una red de mujeres o hermanas en la que puede encontrar cierto apoyo y protección en su vida cotidiana, además el que las mujeres tengan religión como las ya mencionadas les beneficia pues si el cónyuge también ejerce dicha religión el disminuirá parcial o totalmente conductas como el alcoholismo disminuyendo la posibilidad de maltrato físico y carencias alimenticias, la infidelidad porque la religión las desaprueba. De manera que deja de ser un acto importante para su masculinidad.
En estos casos los hombres siguen teniendo los puestos más notables y representativos y las mujeres los secundarios, la red religiosa proporciona un respaldo al hombre en caso de migrar a un lugar lejano donde también se encuentra con miembros del grupo religioso.
El contexto regional y local.
La región de Los Altos en Chapas se caracteriza por tener una población mayoritariamente indígena, hablantes de tzotzil y tzeltal distribuida en alrededor de 19 municipios, población eminentemente rural, viven en condiciones de alta marginación.
Se realizó el estudio en el ejido Campo Santiago, perteneciente al municipio de teopisca, que se ubica en la parte de la meseta central, en los límites de esta con los valles centrales, abarcando parajes de los municipios de Zinacantan, San Cristóbal de las casas y teopisca.
Campo Santiago se fundó en los a mediados de los 60, con indígenas baldíos (sin Tierras), provenientes de los municipios de Chanal, Huixtan, Oxchuc, Amatenango de valle y Venusiano Carranza, comunidades situadas al occidente de la región. Estas familias trabajaban en la fincas de la zona y mediante un movimiento de organización local, gestionaron ante la reforma Agraria una dotación ejidal que obtuvieron 18 años después.
“La costumbre” y los sistemas de género en las comunidades indígenas alteñas
Los rituales agrarios y el inicio de las fiestas comunitarias. El sistema de cargos, en tanto cuerpo de autoridades religiosas y civiles de los pueblo se hallan al frente de estos rituales y fiestas colectivas.
Estas celebraciones se dan en el marco de los que para ellos es la costumbre donde se pide por los cultivos y para la sobrevivencia colectiva. se les celebra a diferentes deidades pero lo más trascendental para este trabajo es la costumbre en cuanto a que normativiza los roles de los hombres y mujeres. La masculinidad está asociada a al ejercicio de la autoridad en diversos contextos de interacción, al interior de la familia, frente a otras familias y en alguna asamblea. Los hombres actúan como representantes, proveedores, intermediarios, administradores de los bienes familiares, y colectivos. Y las mujeres como sumisas, pertenecientes a la casa y no pueden tratar con extraños.
El alcohol como ya se dijo es una característica de la masculinidad y de la socialización en este tipo de lugares o pueblos, la pertenencia a la religión evangélica sobre todo favorece a el no consumo del mismo. Además a nivel de campo Santiago se ha prohibido la venta de alcohol desde 2001, incluso una persona fue encarcelada por no obedecer a esta regla.
La violencia que se dan en estos lugares es potenciada por el alcohol y va desde violencia física, psicológica y sexual.
En Chiapas se han llevado a cabo investigaciones donde se demuestra que la violencia doméstica es un mecanismo de subordinación femenina y que tiene vínculo con el alcoholismo.
El cambio religioso va acompañado de una disminución de la violencia y el maltrato ejercido sobre ella por sus cónyuges,(dicen las mujeres), es importante el abandono del alcohol para la mejoramiento del bienestar familiar, sumado a la optimización de los ingresos monetarios que garantizan la alimentación familiar o su uso en condiciones de enfermedad de alguno de los miembro de la familia.
De la costumbre a la pastoral católica
Gustavo y francisca, mujer de 57 años originaria de la comunidad tzeltal de Marcos Becerra. A los 19 a; o se une a Gustav por voluntad propia un “pulsador”. Francisca sufría de violencia doméstica, negligencia infidelidad y alcoholismo de Gustavo.
Francisca tuvo 13 hijos de los que se criaron solo 5 el mayor tuvo un pleito con su padre por lo que se fue de la casa a la edad de 19 años a San Cristóbal a buscar trabajo. Al momento de irse era catequista católico de la comunidad, regresaba cada semana a campo Santiago pero un día desapareció, después de 18 años de no saber del su madre no pierde la esperanza de encontrarlo aunque en ocasiones piensa que tales lo mataron. Francisca tiene la esperanza de que su marido cambie un poco, ahora que esta viejo ya no le pega pero prácticamente no trabaja, solo pasa borracho, ella depende de su hijo menos quien trabaja la parcela de su marido, ella se encarga de las labores domésticas de su casa sus únicos ingresos propios los obtiene de la tiendita que ha instalado en su casa. Dos de sus hijos siguen el camino del hermano desaparecido uno es catequista y la otra es la coordinadora del grupo de jóvenes.
Concepción militancia católica y empoderamiento personal
Es la hija menor de la familia, empezó a participar en el coro de la iglesia de la comunidad a los 15 años, sus actividades en la iglesia la obligaban a salir mucho de campo Santiago por lo que fue mal vista en dicho lugar, ella experimento una valoración de sí misma a través de la actividad religiosa, también continuo estudiando y siguió fortaleciendo su nivel pastoral, ahora tiene 23 años y no ha encontrado una pareja adecuada para formar una familia. Este estilo de vida es contrario a la vida tradicional.
Una familia pentecostés: de la costumbre a “la palabra de dios”
Dalia y Eladio se entregaron a la palabra de dios hace más de 20 años, cuando eran recién casados, la iniciativa fue de Eladio, quien siguió el ejemplo de su hermano mayor, tienen 8 hijos, dos de ellas tienen hijos y viven en la misma casa de sus padres son madres solteras esto implica un nivel de libertad pues como ya se dijo es mal visto que las mujeres máxime con hijos estén solas. Se busca mantener el vínculo con los familiares políticos por protección y cierto respaldo lo cual es importante en este tipo de pueblos, podemos notar que tienen la libertad de casarse con q quien ellas quieran y separarse también, tradicionalmente las hijas son prometidas para el hombre que decidiera el padre se decía que las hijas se cambiaban por un trago, si la hija no aceptaba el matrimonio su familia podía ser víctima de un supuesto maleficio, y la ira de la familia. En la primera etapa del compromiso el muchacho tiene que dar regalos a la familia de la mujer, y tenía que prestar un servicio a la familia. Después se establecen en la casa del padre del hombre.
Esto ya ha cambiado y puede deberse a que asisten a la escuela donde la socialización de los jóvenes propicia el emparejamiento.
Después de las tres pedidas de mano con presencia de los padres del novio, se casan o el joven se convence a la novia para escaparse para evitar los gastos de la ceremonia, el éxito de él joven matrimonio tiene que ver en gran medida con la aceptación de la suegra, después de algunos años en casa de los padres del novio se mudan a un terreno heredado por el padre o en ocasiones el de la mujer. Las hijas de este matrimonio no solo eligieron a sus parejas sino que ellos no eran del pueblo sino de la ciudad, ya que crecieron en un hogar evangélico.
Este estudio pone de relieve la importancia del cambio cultural, impuesto por la conversión religiosa al cristianismo moderno, (católica y pentecostal), imprime a las relaciones de género al interior de los grupos domésticos campesinos en la comunidad indígena.
Los autores encuentran una con tradición entre el rechazo a la tradición indígena lo que fragmenta a la comunidad pero la aceptación de las normas de otra religión ayudan a que las familias dejen de sufrir por el alcoholismo, la enfermedad y la violencia lo cual mejora las condiciones de vida de la población femenina y masculina. En el caso de los católicos diocesanos enfatizan la denuncia de la condición de marginalidad e injusticia en la que vive la población indígena y su trabajo pastoral apunta a fortalecer la reflexión y organización colectiva y el empoderamiento de las mujeres.
El grupo pentecostés ejerce presión para el cumplimiento de una serie de reglamentos no muy flexibles en los que se disminuye el nivel de alcoholismo de los hombres de la familia, castiga la traición, lo que favorece la vida de las mujeres.
Las mujeres que han optado por el cambio de costumbres se enfrentan a los señalamientos de sus vecinos dado que su comportamiento no corresponde a los tradicional, en consecuencia se enfrentan a la posibilidad de no encontrar a una pareja que piense de la misma manera en su misma comunidad y la falta de alianza con parientes políticos en las ocasiones en que deciden no casarse o separarse de cónyuge.
Estas nuevas construcciones de la identidad femenina están afectando importantes ámbitos de la dinámica familiar de los hogares campesinos: aquellos que e refieren a las relaciones de subordinación que privan en un modelo tradicional de relaciones de género.
Para asegurar la estabilidad del matrimonio lo más indicado seria que compartan la misma ideología religiosa, las mujeres que se adscriben a una religión nueva tienen mejor autoestima.
El nivel de ingesta de alcohol disminuye y con ella la fuente de conflictos en general incluyendo la violencia hacia las mujeres. A través de la religión nueva muchas mujeres cambian su vida su valoración de sí mismas cambia su perspectiva con relación a la subordinación a la que están sometidas culturalmente